jueves, 5 de abril de 2012

A veces pasa...

Se que cuando consiga nuevamente trabajo esta sensación va a desaparecer. Es un nudo que  aprieta en el pecho. No es una sensación mala de por si. Es necesidad. Es como el hambre, por un lado es saludable y permite el goce al saciarlo, por otro lado es desesperante si no consigue saciarse. Al final sería peor no tener mas hambre que tenerlo y no poder saciarlo.
Obliga a cambiar, a adaptarse, aprender, a hacerse cargo de la vida.
Antes de ayer odié trabajar, porque ello significaba que debía dejar una tercera parte de mi vida solo para tener lo necesario para comer, vestir, estudiar en la facultad y colaborar con los gastos imprescindibles en casa.
Ayer me di cuenta que en el trabajo que tanto odié me supe hacer los tiempos necesarios para aprender cosas muy importantes sobre el propósito de vivir; de ahí que dejé de odiar mi trabajo porque estaba aprendiendo algo mas importante.
Hoy que voy con una sonrisa a trabajar y que mi rendimiento aumenta día a día me despiden por haber reutilizado mi tiempo libre, en leer...
Sigo pensando que el trabajo no es mas útil que para satisfacer el ego de mi jefe, pero ya no me importa.
En la "seguridad" de mi anterior trabajo comprendí que el ego es el único problema del ser humano.
En la "inseguridad" de hoy veo claramente a mi ego tratando de conformarse nuevamente, domesticándose a un trabajo en la promesa de "seguridad".
Este cambio de percepción hace que hoy por hoy no vea tan mala la idea de volver a trabajar para alguien. Cosa que no se debe de ninguna forma al arribo de la conclusión "trabajar es bueno", sino que trabajar para el ego de otra persona siempre será malo. Pero el apremio de las necesidades hace que mis opciones sean volver a la dependencia del laburo.
La diferencia radica en que comprendo que cualquier trabajo en relación de dependencia siempre será transitorio a los fines de una persona que intenta sobreponerse a las miserias que la ilusión del ego crea.
No es un cambio de concepto acerca de la naturaleza egoísta del trabajo en sí, sino un cambio de sensación personal. De la "seguridad" de mantenerse a la "inseguridad" de no tener como mantenerse. 
Con todo esto no podemos podemos llegar a la conclusión de que "trabajar es bueno" y "no trabajar" es malo. Trabajar es básicamente "depender", cosa que nunca puede ser deseable.
La falsa idea de que trabajar el bueno se origina en que me permite cierto grado de seguridad. Y el ego cree que lo seguro, lo controlable, lo previsible es "bueno" y que lo inseguro, incontrolable e imprevisible es "malo".
En el trabajo nos pagan un valor determinado, el cual nos sirve para solventar los gastos de la vida, entonces erróneamente llegamos a la conclusión de que las cosas que necesitamos dependen exclusivamente de nosotros. Pero todo lo que nosotros compramos a un elevado precio otros lo sacan de la naturaleza.
Se podrá argumentar que aquel que explota la naturaleza lo hace por medio de su trabajo al final de cuentas. En parte es verdad y en parte no. Es cierto que se puede trabajar plantando semillas y vendiendo los frutos, pero eso no quiere decir que las plantas crezcan por obra y gracia del trabajo sino por obra y gracia de la naturaleza.
¿Cuán rica y segura puede ser una persona que tome los frutos de la naturaleza en comparación con el que esta obligado a trabajar para cobrar a fin de mes?
Hay un sabio dicho que dice: "Dios es quien nos da lo que necesitamos para vivir"
Y nosotros hacemos gala de nuestro ateísmo rabioso cuando vamos a trabajar para conseguir lo que necesitamos para vivir mediante el dinero.
En la tierra crecen solos los alimentos. Nadie necesita hacer funcionar al sol ni a los ciclos de lluvias, pero al final siempre tenemos nuestra cosecha.
En el trabajo no tenemos ni el sol ni las lluvias de nuestro lado, todo depende de nosotros, lo cual en el fondo no es mas que estar atados y obligados a seguir engordando la dependencia o... morir de hambre...

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